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miércoles, noviembre 17, 2010

Youn Sun Nah - "Same Girl"


¿Vivimos tiempos de revival? En una reciente conversación con buenos amigos y mejores melómanos (¿o era al revés?) pareció concluirse que la música, de algún modo, había llegado a un punto evolutivo de bloqueo y que se estaba echando la mirada atrás, tanto en la música que se hace como en el (re)descubrimiento de glorias pasadas (Johnny Cash, por ejemplo... o los inevitables Beatles, que pareciera que sacan disco cada día). No lo sé, puede que nos falte perspectiva histórica sobre el momento presente pero discos como este de la cantante Youn Sun Nah parecen afirmar tal diagnóstico. La selección de versiones parece, en cierto modo, un ejercicio de nostalgia musical puesta al día. También la expresión de gustos variopintos de la cantante.

De tanto decirlo se ha convertido en una muletilla personal: el Jazz vocal está en crisis. Es la voz quizá el instrumento que más determinado está por el peso de las históricas. Pocas voces destacan por su originalidad, por quitarse el lastre de a lo que los estereotipos obligan y menos todavía las que improvisan. Desde esta perspectiva la voz de Youn Sun Nah tiene la suficiente credibilidad como para no ser una más de esas mujeres (me concentro en la voz femenina) que aparecen y desaparecen tal cual llegan, productos pastiche, de laboratorio discográfico, que no pasan de cantantes pop vestidas con elegante Jazz de ascensor. Sun Nah tiene un chorro de voz que incluso en ocasiones (Breakfast in Baghdad o Enter Sandman) se permite jugar a ser soprano, quizá como respuesta al amigo que en su día le dijo que era tarde para ser cantante clásica pero no jazzística (no entiendo muy bien la contraindicación de estilos por edad, pero en fin). Y es que la llegada al mundo de la música de esta mujer nacida en Seúl (Corea) en 1969 se produjo a sus veintitantos después de dejar su anterior trabajo en la industria de la moda. En 1995 se trasladó a París para estudiar Jazz (según tiene declarado no sabía qué era aquello del Jazz cuando le sugirieron ser cantante del género) atraída igualmente por la chançon francesa.

No es Youn Sun Nah una improvisadora (no al menos especialmente en registro discográfico) pero hace tiempo que uno asumió que no todas las voces del Jazz improvisan. ¿Devalúa esto su papel como jazzista? No tengo una respuesta clara aunque, en honor a la verdad, hay pinceladas de improvisación en su música y, sobre todo, la forma de hacer suyas las canciones de otros requiere una implicación personal que, sin ser exclusiva del Jazz, es totalmente necesaria para crear el discurso propio que a todo músico de Jazz que se precie cabría exigir. Y eso que sus versiones no difieren estructuralmente demasiado de los originales pero su voz tiene un punto de encantamiento que le deja a a uno ensimismado. Y ella, como buena maga, abre disco engatusándonos con una soñadora versión de My favorite things en la que se acompaña del sonido de la kalimba africana. El mismo ejercicio de ensoñación que procura con el tema que da título al disco, Same girl, original de Randy Newman que mejora con su voz (lo siento Randy, no se puede tener todo en esta vida) y con la ayuda de una caja de música. También gana con su voz el Moondog que el baterista Terry Cox dedicara con su banda Pentangle al excéntrico y genial compositor Louis Thomas Hardin, conocido como 'Moondog', al que Sun Nah le da un sentido de Blues y flexibilidad rítmica que en el original está delimitado por un pulso percusivo constante con el que el propio Cox se acompaña. Casi al final del tema la cantante colorea su solo utilizando un kazoo (el carnavalesco mirlitón), un instrumento (casi) de juguete que convierte la voz de Sun Nah en un híbrido sonoro de trompeta y trombón con acento humano. Quizá un guiño a los inventos del propio 'Moondog'.



Si uno se abstrae de prejuicios, de normas demasiado severas sobre qué es o no es un estilo determinado, este disco es para disfrutarlo por muchos motivos. Uno de ellos es la propia voz de You Sun Nah que administra muy bien sus recursos (o que esconde muy bien sus limitaciones, que todo puede ser), que ha encontrado en los suecos Ulf Wakenius y Lars Danielsson dos cómplices que generan la atmósfera necesaria para cada tema. En Song of no regrets (Sergio Mendes y Lani Hall) el pizzicato del chelo sirve un ritmo de vals sobre el que se balancean la voz y el propio chelo con arco mientras la guitarra sirve el inquietante mundo sonoro del Uncertain weather de la propia Sun Nah. Tras el no menos inquietante título de Breakfast in Baghdad (firmado por Wakenius) se esconde el más vibrante de los temas y posiblemente la canción con una mayor labor de producción en el estudio. Guitarra, chelo y contrabajo se multiplican para generar un obsesivo y denso acompañamiento sostenido por la percusión de Desandre-Navarre. El ritmo reiterativo del chelo y el contrabajo punteado de Danielsson permiten a Wakenius (brillante su solo con la guitarra acústica) dibujar una melodía - compartida con Sun Nah en un ejercicio de impecable scat - con un sutil toque oriental para después (entiendo que es él con la guitarra y no el chelo electrificado) generar sonidos que me recuerdan a algún tipo de gaita (¿balcánica?). El propio Wakenius se encarga de arreglar y acompañar a Youn Sun Nah en el precioso y delicado tema que mira a su país de origen, Kangwondo Arirang, así como en el Enter Sandman de Metallica sobre el que Sun Nah se retuerce hasta llevar la voz a extremos agudos que ahoga para caer en la susurrante oración final y retomar el estribillo. En su Pancake juguetea rítmicamente con los nombres de sus comidas favoritas (algunas completamente fuera de la 'dieta mediterránea', todo hay que decirlo) en un divertido ejercicio que pone de relieve la propia poesía (ergo rítmica) de las palabras.



Por si todo esto fuera poco la versión de My name is Carnival me ha permitido conocer la figura de su malogrado autor, el folkie Jackson C. Frank y La chanson d´Hélène (compuesta por Philippe Sarde para la película Les choses de la vie de Claude Sautet en 1969) reduce la melaza instrumental del original cantado por la actriz Romy Schneider y recitado por Michel Piccoli (aquí recita Roland Brival) para poner un final con guiño a la chançon francesa que la coreana decía admirar antes de viajar a París.


© Carlos Pérez Cruz (www.elclubdejazz.com)
Publicado originalmente aquí.

Y así hemos presentado el disco en Carne Cruda (Radio 3 - RNE):




4 comentarios:

aldo dijo...

genial album carlos, deberias promocionar tu blog en tu programa saludos desde bolivia-chile.
porque no estan apareciendo ultimamente el tren azul y roberto, se los extraña

Apatico 2005 dijo...

Hola Aldo,

gracias por tu comentario. No promociono el blog en el programa porque es un espacio que no quiero condicionar al "Club" y que más allá de las réplicas de lo que publico en la web del programa está al margen del Jazz.

Roberto ya está de nuevo en el último programa (ha estado de viaje en México en un festival) y Luis tiene algunos problemas técnicos pero volverá en cualquier momento.

Un abrazo y gracias

Jorge dijo...

Me gustó el disco... es agradable, bonito, atmosférico, un punto etéreo... y Youn Sun Nah es consciente de sus limitaciones vocales y sabe jugar con ellas. Perfecto para que Alicia pinte, yo escriba y el frio se quede fuera.

Apatico 2005 dijo...

¡Vaya! Pues probaré a ver si esa es la manera de echar el frío de casa. Que se ha instalao el cabrón y no paga ni na... Me alegro de que el disco te haya servido. Un abrazo, Carlos.

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