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martes, septiembre 01, 2009

Jesse Elder - "The Winding Shell"


El esfuerzo individual del estudiante de música sumado a las directrices educativas de las cada vez más exigentes escuelas de música que se dedican al Jazz nos ha proporcionado en los últimos tiempos numerosos ejemplos de nuevos músicos en el panorama profesional con una formación teórica y técnica asombrosa... y nada más. Músicos de excelente potencial que, sin embargo, encuentran muchos problemas a la hora de expresarse, de comunicar algo con su trabajo no ya que se diferencie de lo que la Historia ya nos ha ofrecido sino que al menos incluya una mínima emoción. Por eso la experiencia invita a acceder con cierta distancia a los primeros proyectos de estos recién llegados por muy premiados que hayan sido sus finales de carrera (¿qué se valora para conceder ciertos honores?). Pero en la vida hay excepciones (¡dichosas!) y Jesse Elder parece una de ellas.


Jesse Elder, pianista asentado en la ciudad de Nueva York, presenta mediada la veintena su primer trabajo dentro de un sello discográfico (aunque este sea liliputiense) después de un par de autoproducciones. La precocidad ya no es noticia en casi nada pero uno no deja de sorprenderse de que a ciertas edades algunos tengan la madurez que Elder demuestra; hasta el punto de que quien esto firma se pregunta si no es demasiado pronto para haber accedido a ciertos niveles de excelencia. Maneja con fluidez estructuras complejas de composición mientras otros a su edad todavía digieren las formas más básicas. Aunque esto no es lo realmente sustancial - hay muchos ejemplos de músicos de aparente complejidad realmente aburridos - sino que con ello es capaz de armar un proyecto realmente denso, lleno de matices, composiciones llenas de información, de generosa exigencia para el intérprete. Y es que en su capacidad como compositor está uno de los puntos de interés de su corta trayectoria y como tal ha sido premiado en tres ocasiones por la Asociación Americana de Compositores (ASCAP). Se percibe mucho trabajo detrás de lo que The Winding Shell ofrece.

El disco es, en realidad, un dos en uno. El uno son sus temas para quinteto; el dos un piano a cuatro manos que tiene su propia entidad dentro de la grabación bajo el subtítulo de ALO y que interpreta junto a una pianista de origen japonés de notable currículo y también juventud, Aya Nishina (nombres como John Zorn o Greg Osby ya figuran en su historial). Para cuando se llega a este punto del trabajo el contraste de instrumentación proporciona una agradable y pacífica sensación aunque musicalmente hay intensidad y exigencia, continuos juegos entre las cuatro manos, reiteraciones minimalistas, intimismos de atmósfera inquietante que contrastan con pasajes más viscerales, nunca aleatorios. Un extra del disco que añade un valor nada desdeñable a un proyecto que en su faceta más ortodoxamente jazzística es denso, pero de una densidad volátil, en estado de gracia, con temas de ida y vuelta, con bloques sonoros y melódicos muy bien instrumentados que exploran las posibilidades tímbricas mediante complejas armonizaciones; música en la que sucede algo de continuo en todos los niveles, con continuos sobresaltos, en la que los solos siempre lo son sobre un acompañamiento de enorme e inquieta riqueza rítmica y armónica. Todo un reto para el oyente y para músicos que, al igual que Elder, viven en la veintena, a excepción de Gary Thomas y Chris Cheek. Una edad en la que han tenido tiempo de formar parte de grupos de cierta repercusión como Fieldwork (Tyshawn Sorey es parte de este trío con Vijay Iyer y Steve Lehman) o de que en sus currículos aparezcan nombres consagrados como los de Jason Moran, Ralph Alessi, Dave Douglas, Ellery Eskelin u otros.

Excelente carta de presentación de un pianista (y de un colectivo de músicos) que desprende creatividad y un dominio técnico y teórico al alcance de muy pocos. Ojalá se den las circunstancias para que pueda desarrollar su trabajo en las condiciones que merecen talentos como el suyo. No abundan y nos hacen la vida un poquito más soportable.

© Carlos Pérez Cruz

Publicado originalmente aquí.

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